Saber ganar

También es importante saber digerir las victorias. La selección española, por ejemplo, ha aprendido a ganar. Y no os creáis, que no es nada sencillo. Que se lo pregunten a Buffon o a Chiellini (ellos también fueron elegantes en la derrota). Los jugadores de la ‘azzurra’ miraban estupefactos cómo el equipo que le acababa de avasallar en el verde le hacía un pasillo previo a la recogida de la medalla de plata.

Un gesto de campeón, sin duda. Aceptar una derrota siempre es jodido, pero es algo más natural, intrínseco a la naturaleza del hombre. Solemos coleccionar negativas, rechazos, cuernos y un sinfín de gajes del oficio. Así que los golpes al final te hacen callo. Pero aprender a ganar, a gestionar una victoria, a controlar la euforia sólo se hace… ganando. Lo siento, no hay otra manera.

Esto quiere decir que tenemos que encadenar una serie de triunfos, acostumbrarnos a compartir lecho con mujeres normales y no con seres extraños, besar de manera pausada y no como un velociraptor y aguantar más de tres minutos sin descargar nuestra mercancía. Esto, por supuesto, no se consigue en unos cuantos días, suele ser un trabajo de años. Pero es que es así: éxito llama a éxito.

La experiencia en la cama nos puede enseñar muchas cosas, pero también en las distintas etapas de una relación. Un campeón nunca babosea, nunca suplica, siempre sabe cuándo retirarse. A un campeón no le hacen la ‘cobra’, si acaso es él quien pide un poco de tranquilidad. Un campeón no es un chico fácil, aunque siempre termina mojando. Un ganador sabe disimular la euforia y bajar el pistón lo suficiente para que ella mantenga el interés.

Un ganador aguanta con la misma chica una media de cinco citas (al menos tres sexuales). Después, cambia de objetivo. ¿Pero de verdad existe alguien así? Hasta que llegue ese momento, haced lo que podáis porque perder siempre jode, pero mucho más en verano.