Que sí, que tiene un carácter ‘especial’, que su sueño cuando cuelgue las botas es retirarse a una isla a fumar marihuana, que le gusta repartir leña más aún que machacar a los porteros rivales, que su agente es el mismo desequilibrado que lleva a Balotelli -Mino Raiola- y un sinfín de cosas más. Pero el tío sigue siendo un delantero referencia en el universo. Y, guste o no, pasará a la historia.
No os confundáis: una Ibrahimovic vale por cien Balotellis. No os encontraréis muchas en la vida y es poco probable que se fijen en vosotros. Su llegada es notoria desde el primer momento. Posee un magnetismo especial, emana sensualidad, revoluciona al personal sin haber abierto la boca (imaginaos cuando la abra). Como ocurre en el verde, otra de las mayores diferencias entre Ibrahimovic y Balotelli es que la primera está buena de verdad, la segunda sólo se acerca.
Le gusta aparentar idiocia, pero en realidad es muy, muy inteligentes. Está acostumbradaa a manejar a los hombres a su antojo y tienen mucha, mucha calle. Si Ibra los ha marcado de todos los colores, ella las ha probado de todos los tamaños, texturas y tonalidades. También ha hecho sus pinitos en el lesbianismo. Es sexual por naturaleza.
El mayor riesgo es que produce una adicción muy difícil de superar. Nos crea problemas, siempre está rodeada de un séquito de hombres, no hace ascos a una buena noche de albedrío y aún así corremos cada vez que nos reclama. Por todo esto, será ella la que nos dé la patada tarde o temprano. No es fácil ser Pep Guardiola y cargarte a Ibrahimovic. ¡Joder, que es Ibra!
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