viernes, 27 de enero de 2012

El discurso invariable (o Mou y las mujeres parte II)

La semana que toca a su fin ha sido realmente muy dura para José Mourinho. No tanto para el Real Madrid en como club, sino más bien para su entrenador. El partido de ida contra el Barça, la enésima acción de Pepe, las filtraciones reveladas por ‘Marca’, las informaciones que le colocaban lejos del Bernabéu en junio y el sentir de una parte –por primera vez- considerable del madridismo habían colocado al luso en el disparadero. Consciente como era de que la pérdida estaba comenzando a ser importante, el entrenador se jugaba gran parte de su crédito en la vuelta del Camp Nou. Recuerdo que en la rueda de prensa previa al choque de Chamartín, el propió Mou se indignó cuando le preguntaron sobre la importancia que en su caché podía tener este doble enfrentamiento. Finalmente, y dados los acontecimientos de la semana, la tuvo toda. Mourinho se jugaba algo más que un pase a semifinales.

La jugada le salió bien. Mourinho salvó el primer match ball serio de su carrera como técnico del Real Madrid. Los suyos -esta vez sí- plantaron una oposición firme al Barcelona y hasta merecieron haber remontado la eliminatoria. En ésas volvió a entrar la actuación del árbitro. Realmente se juntaron varios factores: el portugués llegaba dolido, en gran parte, por el trato recibido por la prensa. En menos de una semana, los dos diarios deportivos más importantes del país le retiraron su incondicional apoyo. El de Setúbal se mostró distante, frío, escueto y antipático en la rueda de prensa posterior al encuentro. Se notaba que guardaba rencor a los medios y quién sabe si a alguien más. Curiosamente, en esa conferencia hizo pocas alusiones directas al arbitraje (para tratarse de Mourinho), algo que para nada hacía presagiar lo que ocurrió después.


Al más puro estilo ‘gángster’, el técnico esperó, con pose arrogante y de tipo duro, a que el colegiado y sus dos asistentes llegasen al vehículo para increparles. No creo que fuese una casualidad, Mourinho sabía lo que se hacía. El hecho en sí es repudiable, eso creo que pocos lo pueden poner en duda pero hay una cosa que sigo admirando del entrenador: es fiel a su discurso hasta el final, sean cuales sean las consecuencias, cree en su teoría, nadie le va a convencer de lo contrario. Extrañamente encomiable, sí. Nadie le podrá achacar nunca ningún tipo de contradicción.

Y yo (en otro orden de cosas), también estoy cada día más convencido de muchas de mis teorías sobre la complejidad que entrañan las relaciones ‘hombre-mujer’. Seguirá habiendo quien prefiera no ir de frente, tíos hipócritas que intenten camelar al sexo femenino acudiendo al discurso baboso, pseudo-intelectual, del ensalzamiento de la amistad entre hombres y mujeres, de seguir proclamando a los cuatro vientos que la igualdad es un hecho, que ellos sólo quieren disfrutar, que nunca piensan con la de abajo. Mierda. Pura mierda.

No existe la igualdad, las mujeres continúan teniendo el poder, al menos en un principio. Después, hartas de aguantar a moscones tediosos, caen rendidas cuando alguno les muestra un poco de indiferencia. Sí, sonará a tópico y todo lo que queráis, pero la realidad sigue siendo ésa: si les das caña, vuelven a por más. Son egoístas: nunca reconocerán las verdades universales, pero saltan como leonas si ven peligrar lo que consideran suyo. Una actitud, que llevada a cabo por un hombre, sería inmediatamente tildada por ellas y (lo que es peor), por los ‘progres de palo’, como de machista empedernido. Salvando las distancias, y sin llegar nunca a perder las formas, mi discurso, en este tema, seguirá siendo invariable. Nadie me podrá convencer de lo contrario.

Mourinho, por su parte, tampoco lleva a engaño alguno. Si sus actitudes o conductas no son las acordes al Real Madrid, alguien debería tomar cartas en el asunto. Los demás (medios, aficionados, etc) están en su pleno derecho de criticarlo (yo mismo lo he hecho en varias ocasiones). Pero creo que nadie le hará nunca cambiar. En este blog tampoco hay lugar para el cambio. Seguiré diciendo verdades, mal que les pese a muchos y muchas que siguen viviendo en los ‘mundos de Yupi’. He dicho.

P.D: Mi más sinceras condolencias a la familia y seres queridos de Dani Montesinos. No tuve el placer de conocerlo en persona, pero su pérdida es un palo importante para el periodismo deportivo. Y para la vida.

lunes, 23 de enero de 2012

El peligro de los excesos

En primer lugar, y porque creo que el tema lo requiere, daré unas pinceladas de lo que está ocurriendo en el planeta ‘Real Madrid’. Era imprevisible, pero a Mourinho se le ha escapado el control de la situación en tan sólo una semana. No tengo dudas sobre la veracidad de la información publicada por ‘Marca’. Me ha sorprendido en demasía algunos de los comentarios leídos en ‘twitter’. En realidad, el color de su bufanda ciega a muchos y no únicamente al entrenador. Comentarios tales como: “Es curioso, pero la conversación sacada a la luz por ‘Marca’ ocurrió en un entrenamiento a puerta cerrada”, dejan entrever un alarmante desconocimiento de la profesión, más aún si quien lo escribe se hace llamar periodista. No soy quien para dar cátedra a nadie del gremio, pero es obvio que la información sale a la luz por una filtración. Es más, por ello no viene firmada, para salvaguardar las fuentes del propio periodista. Si nosotros tuviéramos que estar presentes en cada hecho más o menos relevante que se produjera, simplemente no habría noticias. En el Real Madrid algo está cambiando y es eso lo que tienen que hacerse mirar los responsables.

Pero vamos al lío, que con tanto fútbol a veces nos olvidamos de nuestro leitmotiv: el sexo. No puedo evitar esbozar una sonrisa cuando leo la justificación de la modelo y novia de Boateng (mediocampista del Milán), Melissa Satta sobre la lesión del futbolista ghanés. El exceso de mambo, según la pareja del jugador, ha sido la causa directa de su lesión, que por cierto le mantendrá en el dique seco (al menos en lo que respecta al fútbol) alrededor de un mes. “Teníamos sexo entre siete y diez veces por semana”. Esta aseveración da qué pensar. ¿Es tanto un polvo, polvo y medio al día? ¿No decían que era una de las actividades físicas más saludables? ¿Cuándo debemos decir basta?


Las situaciones difieren mucho entre sí: hay personas más o menos sexuales y también entra en escena la situación personal de cada uno (no es lo mismo la soltería que una larga relación de pareja). Pero al igual que reconocíamos que la conexión carnal no es sinónimo de un futuro prometedor, tampoco podemos negar su importancia. Vamos a distinguir algunos casos y sus características más comunes.

Soltería: Es paradójico, pero normalmente la ansiedad tiene un resultado contraproducente. Vale, llevamos tiempo sin meterla en caliente, pero cuando lo hacemos, tendemos a no aprovecharlo al máximo, a descargar con rapidez. Después, en ocasiones, ya no queremos más. Siempre hay excepciones: si pillamos a una loba y nuestra sequía está rayando en lo preocupante, podemos tirarnos unas horas dándole al tema. Nos puede servir para recordar viejos placeres y para volver a practicar ciertas técnicas imprescindibles. Eso sí, las agujetas harán estragos en nosotros.

Inicio de relación: Las comienzos no siempre son los deseados. Salvo contadas excepciones, aunque la tensión sexual se respira en el ambiente cada vez que nos vemos, los primeros encuentros no suelen ser apoteósicos. Hay que buscar una cierta complicidad en la cama y aunque a veces resulte difícil, es necesario esperar un tiempo prudente para sacar conclusiones.

Relación duradera: Bueno, aquí los dos sabemos más o menos lo que hay. Para no caer en la monotonía sexual que normalmente desemboca en infidelidad, hay que hacer esfuerzos. ¿Cuál es el ritmo adecuado para que eso no suceda? Es complicado dar una respuesta científica en estos casos, pero un mínimo de tres/cuatro polvos semanales debe haber. Después, siempre hay rachas en las que uno suele estar más receptivo que el otro. Es peligroso cuando una de las dos partes se harta de pedir y no recibe nada a cambio.

Vicio: No hay otra manera de llamarlo, pero a veces ocurre. Cuando ponemos nuestros propios límites corporales a prueba, cuando ya no quedan fluidos en nuestros genitales, cuando seguimos moviéndonos por pura inercia. Pasa poco, pero saber que podemos batir récords en algún momento dado produce un golpe de autoestima muy placentero.


Ya que mi público tiene el blog ciertamente abandonado en los últimos tiempos (también en cierta medida, por mi culpa) os insto a que me digáis vuestra frecuencia sexual, vuestros mayores logros y también, por qué no, vuestras sequías más duras.

viernes, 20 de enero de 2012

La venda de Mou

Prácticamente todos contaban con la victoria del Barcelona, incluso en el propio seno del vestuario blanco. José Mourinho había instaurado, desde que se conociera el cuadro del torneo del KO, el mensaje de quitar prioridad a esta competición. El portugués nunca cesa en su empeño de crear estrategias que, a su modo de ver, benefician al equipo o simplemente a su caché particular. Se enojó en la rueda de prensa previa al encuentro de ida cuándo un periodista le cuestionó sobre la importancia moral del choque. Volvió a tirar de trayectoria profesional, volvió a escudarse en su pasado.

Después, ‘totum revolotum’ en la alineación. Muchos han hecho hincapié en lo ultradefensivo del método del equipo blanco, pero yo pienso que ése no era el principal objetivo de Mourinho. El entrenador es consciente de que en estos momentos, el título más factible es la Liga. Su obsesión es que, pasara lo que pasara, el resultado no influyera en el rendimiento de los suyos en el Campeonato de la regularidad. Mourinho no quería ir con todo, prefirió que no jugasen los mejores. Además, por lo que pudiera pasar, el técnico dio la orden a sus pupilos de protestar cada acción arbitral con vehemencia. La lista de excusas se fraguaba incluso antes de que el balón echara a rodar.


Existieron pocos jugadores con la zamarra blanca que dieran la sensación de estar jugando con el máximo de tensión: Casillas, Ramos, Alonso, Ronaldo, Benzema y poco más. Los pesos pesados del vestuario, quizás, se están comenzando a hartar de que el máximo rival les pase por encima una y otra vez, sin ni siquiera oponer resistencia, sentimiento que también puede ser extensible a una gran parte de la grada. Algunos aficionados piden que los suyos jueguen a cara descubierta, que sean un ciclón, que al menos el orgullo quede intacto. Mourinho no lo ve así. Para el portugués, una derrota de ese calibre habría infringido al vestuario un daño mucho mayor.

Pero hay algo con lo que no contaba Mou: las peripecias de su compatriota Pepe. El pisotón a Messi ha eclipsado cualquier debate deportivo y ha abierto una división dentro de la masa social madridista. Ya no se puede defender lo indefendible. Por primera vez en temporada y media, he escuchado a seguidores del Real Madrid que abogan por romper esta tendencia de raíz: no quieren más marrullerías, no quieren más trifulcas, quieren títulos y buen juego. STOP a las excusas.

Por la noche, la táctica ‘Mou’ cobra cierta importancia, sobre todo si enfrente nuestro está una ‘diva’ (término que también estudiaremos). Antes de asimilar la negativa sin más, aceptar nuestra derrota y bajar la cabeza, solemos tener un arrebato de dignidad. “¿Pero quién coño se ha creído está tía? Me la suda que tenga novio, no me importa, ni siquiera se lo he preguntado”. Después, en casos de esta magnitud, las informaciones dadas a nuestro entorno más cercano faltan a la verdad en más de una ocasión. También pasa con las relaciones. “Realmente da igual, yo la iba a terminar dejando tarde o temprano, ni siquiera me ponía”. El entorno únicamente asentirá, conocedor de que el varapalo ha sido duro.


Mourinho tiene aún margen de error. A pesar de tantas vendas y de discursos cada vez más inverosímiles, todo quedará en un segundo plano si los títulos vuelven al Bernabéu. Eso sí, el peaje puede terminar siendo demasiado caro.

martes, 17 de enero de 2012

¿Bastará con la pasión?

Después de un inicio de temporada un tanto descafeinado, en el que la monotonía y el alarmante estado de apatía han terminado instalándose en el Vicente Calderón, la llegada del Cholo Simeone ha vuelto a encender la pasión entre la desencantada hinchada rojiblanca. No nos engañemos, no era muy difícil. La gestión de los de arriba continúa sin ofrecer un viso de esperanza al respetable, y Manzano no era precisamente un revolucionario de masas. Su trabajo, desde el principio, estuvo en entredicho. El jienense venía con el discurso bien aprendido: “lo importante es conseguir mejorar el resultado (séptimo puesto), de mi anterior etapa". Sin duda, el mensaje era bastante acorde con la pasividad deportiva de la directiva, que puso el colofón a tan magna dirección vendiendo a Reyes.


El idilio entre el ‘Cholo’ (como entrenador) y el Atlético de Madrid era previsible. La afición colchonera, que desde hace demasiados años siempre añora tiempos mejores, ha recibido al argentino como una especie de salvador. Aferrándose al espíritu del doblete, Simeone ya tiene ganada una importante parte del pastel: el público está de su lado. Ahora sólo queda que lleguen los resultados. Por lo pronto, la estrategia del preparador ha sido inteligente: desde su llegada, quizás consciente de la dificultad de la empresa, ha puesto por delante la garra, el coraje y el resultado a cualquier otra cosa. Así jugó en Málaga, con la idea de no perder y le salió bien. Después, Simeone hizo hincapié en la relevancia de lograr victorias por encima de cualquier atisbo de poesía en el verde. El resultado ante el Villarreal fue inmejorable para sus intereses: las expectativas del público habían decrecido, con lo que encontrarse de sopetón con los cuatro mejores hombres del equipo en el once titular y con un dominio absoluto del juego, resultó doblemente impactante. Si la pasión por si sola mantiene a flote a la nave rojiblanca, únicamente lo dirá el tiempo y, en gran medida, lo que suceda lejos del Manzanares.

Las relaciones basadas en la pasión son muy intensas, pero tienden a resultar efímeras, a tener una fecha de caducidad clara, algo que se suele vislumbrar a partir del primer mes. Sin duda, la compatibilidad sexual es fundamental en una pareja, incluso hay muchos matrimonios que llevan años buscándola de forma infructuosa. En ocasiones, la química entre las dos personas es brutal desde el primer minuto. Bien, parte del camino ya está hecho pero ahora queda comprender si esa atracción va más allá o no del sexo. Los momentos ‘post coito’, en este sentido, suelen ser muy reveladores. Las conversaciones de cama pueden darnos indicios de si la historia se va a quedar en una bonita aventura o puede ir más allá.


Pero, mal que nos pese a muchos, no podemos tirarnos en la cama 24 horas. Hay que salir, compartir inquietudes, combatir los silencios incómodos a base de confianza, integrarse en el entorno de la otra parte. Se trata, ni más ni menos, que de saber divertirse sin fluidos corporales de por medio. Y aunque la complicidad en el lecho sea espectacular, es muy complicado mantener una relación únicamente a base de embestidas. Quizás una de las dos partes ya se ha dado cuenta de que el final es inminente y la otra opta por pelear un poco más. En ocasiones, en la cama también surgen bonitas historias de amor, pero normalmente éstas deben tener una continuidad en la vida real. Este tipo de relaciones normalmente presentan finales igualmente intensos y desagradables. El sexo trae consigo los celos y la combinación de ambos factores, sin ningún sustento más, tiene como resultado un cóctel explosivo. Diego Pablo Simeone tiene toda la segunda vuelta para demostrar que siempre hay excepciones.