sábado, 3 de septiembre de 2011

Rebajas (Segunda parte: viejas conocidas)

Hemos llegado tarde o al menos eso parece. Por fin, terminó el mercado de fichajes, no sin antes dejar un par de sorpresitas. Aunque siempre nos fijamos, sobre todo por inercia, en los fichajes de los dos grandes (ya saben, #liga de mierda en twitter), muchos otros equipos han dado un completo lavado de imagen a su plantilla. Algunos, como el Getafe o el Granada, han visto como casi media plantilla permutaba. Y algunas llegadas son dignas de mención. Confío en Diego Ribas. Aún es joven (26 años) y es consciente de que está ante su última oportunidad de deslumbrar en el Viejo Continente. Viene con ganas y confiado, afirma ser el diez que tanto tiempo lleva buscando el Atlético. La incógnita radica en si también ejercerá de mediapunta en la vida nocturna. Seguro que los aficionados rojiblancos se conformarían con que fuera en esa faceta también el encargado de repartir las copas de balón y no el que las reciba.


De Guzmán también tendrá un papel notable en un Villarreal muy debilitado por las bajas. Su equipo ha hecho bastante con pasar la ronda previa de la Champions. Se embolsará un buen dinero, sí, pero no contéis con el submarino Amarillo en la fase de grupos. Pero a lo que vamos: dos regresos de primera son los que sobresalen en este mercado estival. Dani Güiza retorna al Getafe y porta el brazalete de capitán cuando está en el campo sólo durante los últimos cinco minutos. Luis García debía de estar avisado de que los galones ya estaban puestos antes de tiempo. Y ‘el Loco’ Pandiani, ese conductor de camiones que el año pasado plantó cara a Mourinho, marcha al Espanyol con la tarea de hacer olvidar a Osvaldo, ahora (cómo cambian las cosas) enemigo público en Cornellá.



Si hace ya tiempo introdujimos el concepto de ‘rebajas’, ahora podemos dar un paso más allá: analizar el subgénero de las ‘viejas conocidas’. Ya sabéis, las horas han ido pasando y y paulatinamente os habéis quedado fuera de la terna. Desconocéis los motivos de tamaña injusticia: habéis bailado con salero cada tema comercial de las radiofórmulas, vuestra labia ha hecho las delicias de casi todas las integrantes de la sala, pero los frutos no han llegado. Salida del garito a las seis de la mañana y panorama totalmente desalentador: no hay opciones, sino las más nauseabundas del paraje. De todas maneras, y aunque la alternativa comience a coger forma en vuestra menta, varios personajes ataviados con sombrero y gafapasta están amenizando su velada con conversaciones existenciales.

Así que ante la nada apetecible opción de volver derrotados a visualizar material pornográfico concienzudamente organizado en vuestro disco duro, decidís tirar de las viejas conocidas: marcáis ese número de teléfono olvidado en vuestra agenda. Vuestro anterior encuentro sexual con ella no había sido precisamente placentero pero a las 06:00 am todo vale. Está lejos, tenéis que gastaros vuestro poco dinero en un taxi que os llevará a un lugar ue os resulta extrañamente familiar. Ya estáis aposentados en ese lecho, ya no hay vuelta atrás: ha comenzado una odisea de dudoso desenlace. Deseáriáis haberos retirado a tiempo, no siempre se puede ganar… ¿o sí? A veces, las viejas conocidas pueden resultar muy útiles, pero tened en cuenta que no siempre estarán allí cuando las necesitéis…