lunes, 20 de junio de 2011

Relaciones peligrosas (I)

El Real Madrid se puede introducir en una de ellas en el tiempo más inmediato. Parece que la terna de cracks que pueden vestir de blanco está clara: Kun Agüero o Neymar. El caso del argentino ya se ha comentado hasta la extenuación y el problema vendría más por la posible traición a la afición al echarse a los brazos del máximo rival, pero el brasileño también viene cargado con una maleta de incertidumbre y dudas. Puede salir bien sí, pero también puede resultar un auténtico fracaso.

El cartel con el que se presenta el jugador del Santos atrae y produce temor a partes iguales. Deportivamente, su calidad es incuestionable. Maneja bien ambas piernas, se siente cómodo en la mediapunta y como segundo delantero y tiene un gran acierto de cara al gol. Pero si miramos un poco más allá de lo que concierne únicamente al verde, las cosas pueden no ser tan bonitas. Un brasileño (sin ánimo de tener prejuicios, todos conocemos antecedentes) de 19 años llega por primera vez a Europa, concretamente a Madrid, donde me han comentado que la noche es muy, muy aburrida. Su aspecto físico invita a pensar que su carácter es fuerte y que quizás no comulgaría con ciertas reglas de comportamiento básicas, algo que por otra parte se ha ido perdiendo en el Real Madrid con el paso de los años.

Embarcarse en una relación peligrosa siempre tiene ese puntito de aventura, de emoción, de riesgo que termina por hacernos caer una y otra vez. Se trata de mujeres peligrosas, de balas perdidas. Suelen moverse en la noche, sintiéndose como pez en el agua en ambientes turbios. Obviamente, están rodeadas de un séquito de hombres de la fauna más variada: porteros de discoteca, disck jockeys, bohemios que no han hecho nada en su mísera vida y algún policía que otro. Asimismo, su profesión siempre va a estar relacionada con el ámbito nocturno: camarera, gogó o asidua a la farándula más hortera.

En un comienzo la situación nos parecerá divertida: idealizamos a esa hembra y pensamos que nos está mostrando la verdadera vida. Pero poco a poco, tendremos el síndrome del ‘entrenador-padre’. Algunos técnicos piensan que tienen el poder de cambiar a un jugador y la realidad les suele propinar un contundente golpe. Le pasó a Guardiola con Ibrahimovic y casi se lleva el bofetón de verdad. Con el sueco no se juega. Y aunque esto le ocurre más a las mujeres con los “hombres difíciles de dominar”, en el caso que nos ocupa querremos domar a la fiera. Y esto no es imposible, pero casi.

El chico de la cresta puede ser, como algunos se atreven a decir, el nuevo Messi brasileño. Maneras no le faltan, desde luego. Nuestra chica peligrosa puede significar la experiencia más intensa y por momentos gratificante de nuestra vida. Pero no nos engañemos, quien juega con fuego se termina quemando.

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