viernes, 10 de junio de 2011

Segundas partes...

Nunca fueron buenas. Al menos eso dicen y la experiencia en algunos ámbitos de la vida nos hace estar de acuerdo con esta aseveración. En el cine, salvo honrosas excepciones (‘El Padrino 2’ o ‘El mito de Bourne si me apuran), las secuelas son acogidas con recelo y con la seguridad de que no llegarán al nivel de la primera entrega. En ese primer capítulo, Gregorio Manzano dejó al Atlético de Madrid en el mismo puesto en el que ha finalizado la pasada campaña: séptimo. Dos goles de Toledo, por entonces jugador del Zaragoza, dejaron a los rojiblancos sin entrar en Europa. Aunque en ese momento la sensación que predominaba en la afición era la de fracaso, pasados los años muchos se dieron cuenta de las limitaciones deportivas que presentaba esa plantilla (más o menos como las que puede presentar la actual con la salida del Kun y De Gea).

Manzano regresa como vino la primera vez, casi por sorpresa. El jienense ha ejercido el papel de tapado a la perfección y ha sabido aprovecharse del boom europeo de Luis Enrique y de las dudas que acompañaban a Joaquín Caparrós. La afición, que ha dejado de estar anestesiada para nadar libremente por el mar de la indiferencia, ha recibido la noticia con resignación. Da la impresión de que el bueno de Goyo también viene para comerse un marrón, el mismo que ya han aceptado Caminero y Aguilera. El técnico dice que el objetivo es mejorar el resultado de esta temporada y que la plantilla está ya casi hecha. Casi nada al aparato. La directiva consigue de esta manera, por enésima vez, salvar los muebles y protegerse tras nuevos escudos. Veremos por cuánto tiempo.

Nadie es capaz de prever cómo será y sobre todo cuánto durará el segundo capítulo de una relación. Hay veces (las menos), en las que la pareja queda unida para la eternidad y muchas otras en las que se vuelven a salir a escena los fantasmas del pasado, aunque magnificados en exceso. El primer elemento a tener en cuenta es el tiempo: cuando la separación ha sido corta, suele primar más el temor a peder a esa persona que otra cosa. Si por el contrario ambos han seguido su vida durante un período largo, la curiosidad y la falta de éxito en otros intentos pueden propiciar la vuelta. Por supuesto, dando por descontado que no se ha mantenido una amistad con la ex en cuestión, esa alternativa ni la barajamos.

¿Cómo surge ese reencuentro? Lo idóneo es que ocurra como en las películas: encontrarla en una fiesta años después, o en el súper, o durante las vacaciones. Pero la ficción suele quedarse en eso, en ficción y lo más normal es que uno busque al otro. Los primeros días, como norma habitual, van a estar cargados de buenos deseos, de ilusiones renovadas y de pasión. Pero es tras los primeros fuegos artificiales cuando llega la tormenta.

La ex siempre va a estar ahí y el peligro es caer en la idealización post-trauma. Si nos seguimos masturbando pensando en ellas día si y día también, nuestros deseos de verla aumentarán progresivamente hasta alcanzar el punto de creer que seguimos enamorados. Puede que ya no lo estemos o incluso cabe la posibilidad de que nunca lo hayamos estado. Existen preguntas que nos pueden ayudar a aclararnos: ¿Fui feliz con ella? ¿Por qué lo dejamos? ¿De repente y por arte de magia va a ser la mujer de mi vida? ¿Sigue estando buena? Es jodido rechazar a una ex, pero no debemos olvidar que las segundas partes nunca fueron buenas… ¿O sí?

4 comentarios:

  1. Muy buen tema!!!! Las segundas partes no suelen cuajar, y a veces empezar de cero es complicado. Pero el rencuentro con un ex tendria que estar en "las 100 cosas que hacer antes de morir"

    ResponderEliminar
  2. Alguna vez siempre se cae, el problema es si es peor el remedio que la enfermedad

    ResponderEliminar
  3. la segundas partes sólo sirven para emborronar las primeras. pero es complicado desentenderse de los ex así como así...además la ruptura suele servir para reavivar la pasión, el hecho de que los encuentros sexuales vuelvan a ser furtivos y no rutinarios tiene su aquel... no?

    ResponderEliminar
  4. Sí, y también tiene mucho peligro...

    ResponderEliminar