domingo, 26 de agosto de 2012

La rebelión de los novatos (Primer encuentro sexual)

A falta de fichajes rimbombantes (¿os imagináis que Modric al final no viene?), el espectáculo en nuestra Liga lo están poniendo los chavales, los niños, aquellos que todavía parece que no se han contagiado de nada nocivo, cosa rara en el mundo del fútbol. En la primera jornada fue Fabrice (Málaga) y en la segunda Leo (Rayo Vallecano). Aunque lo parezca, sus actuaciones no deben ser tomadas como norma. Si el jugador camerunés hizo un partido más que notable, el delantero ítalo-brasileño lo rompió. Sí, está claro que son muy buenos futbolistas y que, si se respetan los tiempos bien, podrán llegar a hacer cosas importantes.



Vale, pero no siempre es así. A Óliver Torres se le exigía poco menos que ser una mezcla entre ‘El Niño’, Diego Ribas y el Kun Agüero. Quizás es demasiado, ¿no? El de Navalmoral de la Mata, además, se vio obligado a reconocer que “estaba nervioso”. Joder, es normal. A esto es a lo que me refiero. En el caso del Atlético, no se puede utilizar a una perla de la cantera para tapar que no ha entrado ni un mísero fichaje (de los de verdad, para entendernos). Más bien creo que la excepción es lo que ha pasado con Fabrice y Leo en los primeros partidos.

Lo habitual en un debut es que no te salga el partido de tu vida. Cuando es un rollo nocturno, todo está permitido. Lo más lógico es que no veamos más a esa fémina (al menos no sobrios), y eso nos quita mucha responsabilidad. Aunque la gente no lo crea, hay muchos polvos excepcionales con alguien que ni siquiera conoces. No hay más presión que la que tú imprimas al bombeo.

La cosa es diferente si la susodicha es una mujer que os hayáis currado un mínimo y que conozcáis desde hace un tiempo. El primer encuentro sexual tiene su relevancia y además, existen posibilidades de que cuando se produzca estéis sobrios (acostumbraos si no queréis llegar al alcoholismo). Aquí, seas quien seas y te hayas pasado por la piedra a quien te hayas pasado, te pones tenso. Esto es así.



"¿Prefiere que le meta el dedo o sólo que frote? ¿Se ha corrido ya o es su gemido habitual? ¿Estará fingiendo? He eyaculado demasiado pronto… ¿Cómo se lo digo?" Estas son sólo algunas de las cuestiones que se pasearán por vuestra mente, así que lo más seguro es que no, éste no sea el polvo de vuestra vida (ni de la suya). Pero miradlo por el lado bueno: no es aconsejable dejar el listón demasiado alto las primeras veces, ya que luego te exigirán que no lo bajes. Pedid un margen de error, si Óliver Torres tiene que coger confianza, vosotros también…

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