miércoles, 3 de agosto de 2011

Neymar: de chica peligrosa a estrecha

Neymar está causando más quebraderos de cabeza de lo que se esperaban en el Real Madrid. El Santos le ha envuelto en una manta protectora como si realmente fuera la reencarnación de Pelé. El Mundialito de clubes es una cuestión de estado, según los acontecimientos, en el país del carnaval y de la diversión. El presidente del club carioca, Luis Álvaro Ribeiro, ya ha avisado por activa y por pasiva que no, que no hay siquiera posibilidad de negociación en enero. De todas formas, por todos es sabido que a Florentino no le haría ni pizca de gracia esta última opción. El magnate blanco está acostumbrado a realizar majestuosas presentaciones en pleno período estival. Aquí el asunto cobraría más fuerza aún, teniendo en cuenta que la Supercopa ante el eterno rival está a la vuelta de la esquina.

Se podría decir que en este caso concreto, ambas partes tienen su porción de culpa. El Real Madrid viene jugando al Monopoly desde hace demasiado tiempo y los contrincantes ya le han cazado. ¿Que por Coentrao pagan 30 millones de euros? Pues que se rasquen el bolsillo si quieren a la joyita de la cresta. ¿Y qué decir del jugador? Neymar y su entorno están pasando un rato entretenido mareando al Real Madrid. El chaval, eso sí, sigue marcando golazos. Pero con el Santos.

El giro ha sido radical. Lo que parecía ser una relación emocionante e intensa en potencia ha terminado convirtiéndose en un cúmulo de rechazos. Cuando se ha intentado por todos los medios acceder al fondo del asunto con resultados infructuosos, el hartazgo termina por dominar la situación. Creo que sabéis muy bien a lo que me refiero: típica chica divertida, alocada, buenas curvas, exuberante incluso, dulce por momentos, sensual en la intimidad… o eso parecía.

Que sí, que tampoco queremos a una ‘guarrilla’ de aquí te pillo aquí te mato (¿o sí?), pero cuando se han superado ciertos límites la cosa empieza a pasar de castaño oscuro. Más de siete citas, más de (haciendo un rápido cálculo mental), 60 cañas y 20 copas, más de seis horas de charla diarias y ningún atisbo de penetración. La cosa huele (bueno, eso aún no lo sabemos).

Lo más preocupante de todo es que hemos llegado a la cama en varias ocasiones. Lo hemos aguantado todo: típico film mediocre (por mucho que su mensaje sea auténtico), visualizar miles de fotos en su ‘BB Curve’ de tooooodas sus noches de fiesta, escuchar al último cantautor argentino que para variar, vuelve a recordar lo mal repartido que está el mundo…

La situación se ha enquistado de tal manera que el sexo ha quedado en un peligroso segundo plano. La presión es excesiva y cualquier movimiento parece forzado. En estos casos, y dependiendo de la paciencia de cada uno, lo más aconsejable es despedirse con un: “Si eso, ya te llamo yo”. No vaya a ser que en enero sigamos igual.

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