miércoles, 17 de agosto de 2011

Cosas de ellas (Y III)

Pandora continúa instalada en la tarea de sacar a relucir nuestras vergüenzas, algo que no hace sino motivarnos aún más para expulsar todo nuestro rencor. Si se trata de tirar de tópicos, para el público femenino aún quedan unos cuantos. En ocasiones, como bien hemos comprobado a lo largo de nuestra dilatada experiencia, la ficción y la realidad están separadas por una delgada línea. Sus acciones son premeditadas, no hay lugar para la espontaneidad y todo lo que vemos en las millonarias producciones norteamericanas, se ve reflejado en gran parte en nuestra rutina. Allá van otros tantos puntos sobre su ‘modus operandi’:

El pasado siempre vuelve: No falla. Nos basta unos minutos de insulsa conversación para que salga a colación su ex novio. Quizás están de vuelta de una larga relación, se encuentran dolidas, no confían en el género masculino pero la situación se agrava cuando su pasado ha sido una secuencia inacabable de desgracias. Drogas duras, celos extremos, discusiones acaloradas, etc. Se encargarán de hacernos ver que han recorrido mucho mundo, que la vida no las ha tratado como ellas esperaban y que el peaje para acceder a su cama será más bien alto.

Monotemáticas: Sí, los hombres siguen estando demasiado presentes en todas y cada una de sus conversaciones. Esto se extrapola a cualquier hecho cotidiano. Por ejemplo, visualizar una película con ellas se puede convertir en algo tedioso si los protagonistas presentan una forma física difícil de igualar. Cada aparición en pantalla de un sex symbol servirá para que su exaltación se acentúe. De acuerdo, a nosotros también nos pone el mandoble en ristre la Verbeke y no lo decimos cada vez que la vemos un cartel publicitario.

¿Reinas de la pista?: Es curioso el desarrollo de los acontecimientos en las pistas de baile. Ellas siempre quieren sentirse queridas, deseadas, anheladas. Digan lo que digan, les encanta asistir a lugares donde la afluencia de hombres es masiva. Los denominados de forma despectiva ‘campos de nabos’ pueden ser el edén para las menos favorecidas. Esto les proporcionará el siempre valorado de placer de sentirse divas. El divismo, término que analizaremos en sucesivas ediciones, hace que se crezcan con cada acercamiento masculino. En otras circunstancias, tan sólo serían chicas del montón, pero ahora son diosas con todo lo que eso conlleva.

¿Seguimos jugando?

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