lunes, 7 de marzo de 2011

Problemas en el vestuario

Existen en la mayoría de grandes equipos. El último trapo sucio que ha salido a la luz ha sido la supuesta enemistad de José Antonio Reyes y el Kun Agüero con Diego Forlán. José Marcos, consagrado periodista deportivo, revelaba en ‘El País’ la conspiración que tenían varios jugadores del Atlético de Madrid para no pasar el esférico al Balón de Oro del pasado Mundial. Si bien es cierto que en un principio la información puede parecer exagerada, si tenemos en cuenta la actitud del uruguayo durante la presente temporada, la conclusión es que algo oscuro debe estar sucediendo en el vestuario colchonero. Esto explicaría, en parte, las desafortunadas declaraciones que Forlán ha venido realizando día sí y día también en diferentes medios de comunicación. La afición, con muy poca memoria en la mayoría de ocasiones, ha cargado contra el charrúa en muchos encuentros.

El ambiente estaba caldeado antes del choque ante el Villarreal y los jugadores, conscientes de que todos los medios estaban contando los pases que Forlán recibía, cuajaron un gran partido. El Atlético venció con total merecimiento a todo un Villarreal con tres grandes protagonistas: Reyes, Agüero y Forlán. Casualidad o no, los tres mosqueteros consiguieron correr un tupido velo sobre tanta polémica y de momento, dejaron claro que dentro del campo, la sintonía entre ellos es innegable. Veremos lo que pasa de aquí a final de temporada y si alguno de los protagonistas habla sobre el asunto porque da la sensación de que aún queda mucha tela que cortar.

En la vida nocturna este tipo de situaciones no resultan tan extrañas. El entorno puede causarnos más de un quebradero de cabeza si no estamos ojo avizor. Realmente lo raro es que recibamos un pase de gol, por lo que nunca debemos bajar la guardia. En primer lugar, tenemos que tener claro cuáles son nuestras limitaciones: no es aconsejable entrar en una pelea desigual en la que la derrota es casi un hecho. Perderemos tiempo y nuestra imagen se habrá debilitado ante las demás asistentes al local. Y es que ligar en manada tiene más inconvenientes de lo que parece: los jugadores de nuestro equipo tienen las mismas ganas que nosotros de conseguir un tanto y harán lo posible por delimitar su territorio. Con un par de frases, podemos vernos fuera de la terna. “Mi amigo tiene novia” o “Juan ha bebido hoy más de la cuenta”, por ejemplo. Tampoco podemos fiarnos de gestos demasiados amables. Nos negaremos a que alguien nos presente a un objetivo: lo más probable es que aproveche ese primer contacto para subir puntos y para quitarnos posibilidades a nosotros.

A medida que avanza la noche la situación gana en dramatismo. Las ansias de nuestros compañeros por anotar se acentúan y la amistad se convierte en un término muy ambiguo. Si en este momento nosotros aún no hemos encontrado frutos a nuestro trabajo, lo mejor es seguir la guerra por nuestra cuenta. A poder ser, lo más lejos posible de los buitres y babosos que tan bien conocemos. Si por el contrario ya hemos iniciado un plan de ataque, lo ideal es definir cuanto antes. Debemos conseguir convencer a la elegida de emprender cuanto antes el camino a un lugar más cómodo. En estos momentos, la negociación es importantísima. Si no disponemos de una morada acondicionada para el encuentro sexual, tiraremos de imaginación y creatividad. Si permanecemos más de la cuenta en el garito, cada viaje al servicio puede ser el último que hagamos con perspectivas de triunfo. A determinadas horas de la noche, las hienas esperan agazapadas el momento de asaltar a cualquier dama sola e indefensa. En la noche como en la vida real, hay que ser muy rápido en época de rebajas.

Conviene recordar, por último, que no todos los equipos están tan desestructurados. A veces, nuestros compañeros nos sirven de gran ayuda e incluso nos proporcionan victorias. Aún así, es mejor tomar precauciones para evitar desagradables problemas en el vestuario.

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