sábado, 26 de mayo de 2012

¿Depresión post-coito?

Algunos lo llaman así. En los hombres, viene a resumirse en algo bastante simple: el bajón que nos da tras eyacular. El contraste de sensaciones es increíble: antes de correrte, querías más que nada en el mundo encontrarte en ese cama, acompañado de esa mujer. Ahora no entiendes la razón que te ha hecho venir hasta aquí. Quieres largarte, huir al refugio de tu hábitat natural, escuchar música, comer o incluso volver a mantener relaciones sexuales, pero sin ella.

La intensidad del bajón puede variar según las circunstancias: la dama en cuestión, el lugar donde nos encontramos, las obligaciones a las que tenemos que hacer frente tras el coito, además de un largo etcétera. En ocasiones, la sensación de hastío es tan devastadora que el silencio se impone como única solución. No hay nada que decir. Sí, en esos momentos damos los besos obligados, acariciamos su pelo mirando hacia el infinito, deseamos estar en cualquier otro lugar que no sea ése.



Pero somos contradictorios: los más impulsivos alegarán cualquier tipo de excusa para cortar el encuentro de raíz y minutos después volverán a tener ganas de mambo. Los más pacientes aguantarán el tirón, mantendrán una conversación banal hasta que la recuperación de su miembro sea un hecho y repetirán.

Eso sí, si en algún momento de vuestra vida sentís felicidad después del orgasmo y los abrazos y besos son sinceros, no os marchéis. Podéis estar ante la mujer de vuestra vida (ojalá que no hayáis pagado por ella).

3 comentarios:

  1. No te imagino muy paciente en estos casos la verdad...habrá que verte!!

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  2. Ya lo decía Antonio Vega en una de sus canciones: "la paciencia fue mi gran rival".

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