miércoles, 13 de julio de 2011

¿Cada jugador juega donde quiere jugar? (Cómo dejar a alguien)

El Kun sigue en sus trece. Lejos de amilanarse, el argentino reitera su deseo de marcharse del Atlético de Madrid. Una cosa sí hay que reconocerle: no se retracta de sus palabras y asume con totalidad las consecuencias. La que está más clara es la falta de perdón de una afición que no entiende la traición en ninguna de sus variantes. Pablo Ibáñez jugó al escondite al presentarse como uno de los avales de la convocatoria de Juan Palacios a la presidencia del Real Madrid en el verano de 2006. No le salió excesivamente bien su maniobra, ya que Palacios, aunque partía como favorito, no fue el vencedor de esas elecciones. La parroquia colchonera no olvidó esa canita al aire. No parece que lo vaya a hacer ahora con el Kun, si se diera el hipotético caso (yo creo que finalmente se irá) de que se quedase.

¿El caso Cesc? Tres cuartas partes de lo mismo. Wenger le insta a que diga en público que se quiere largar y hasta alguno de sus compañeros le acusan de falta de virilidad por querer coger el vuelo hacia la ciudad condal. A todos los presidentes se les infla la boca con una frase lapidaria que pasará a la historia de los tópicos del fútbol: “cada jugador juega donde quiere jugar”.

¿Y cada tío está con quien quiere estar? No siempre es así, queridos amiguitos de lo sentimental/sexual/emocional. Hace algún tiempo, recalqué la dificultad de dejar marchar a alguien. De asumir la realidad. Hoy nos pondremos del otro lado del ring. Dar el definitivo paso al abismo puede producir pánico en algunos casos. Sobre todo en las relaciones de alto rango de duración (más de dos años) muchas cenas familiares conjuntas (¡qué horror!), multitud de conversaciones en el excusado mientras cada cual realiza alguna acción escatológica (mucha tela), un entorno cada vez más grande de amistades y hasta presiones externas de casamiento o de descendencia.

Sí, es jodido dejar a alguien de un día para otro, por eso desde aquí os propongo un sencillo plan de acción:

• Podéis dejarla vía email, sms, teléfono o, con las nuevas tecnologías, incluso vía whatsapp. Sí, es algo repudiable y no os lo pondrán tan sencillo.
• Por lo anterior, es necesario escoger bien el lugar: tras el coito es algo igual de ruin que el estilo wahtsapp, pero al menos os habéis asegurado un último polvo.
• Si queréis actuar como tipos normales, elegid un lugar público: antes que tomando unas cañas o cenando, yo siempre recomiendo el típico parque. Banco alejado de multitudes y chavalería, por si hay numerito.
• Sed directos y rápidos. La conversación ha de ser breve. Ella no es tonta (o quizás si, en los últimos tiempos cada vez abundan más), así que se olerá algo. En ese caso, puede que os pregunte si algo va mal. Responded con un lacónico “sí” y pronto todo habrá acabado.
• Si no es así, el repertorio de frases es grande pero me centraré en las más efectivas: como imagino que de valor no iréis muy sobrados, me ahorraré el “ya no te quiero”, por otros clásicos como: “la rutina nos ha envuelto”, “no es por ti, de verdad, soy yo”, o “no sé qué me pasa, pero creo que necesito estar solo”. Si os venís abajo y pedís un tiempo, eso sólo alargará la agonía, aunque ese tema será tratado en profundidad en un futuro cercano.
• El momento de la despedida es crucial: evitad coger el mismo camino que ella porque será un infierno. No caigáis en la trampa del último beso y nunca, nunca, miréis atrás cuando hayáis emprendido la huida hacia el futuro.

4 comentarios:

  1. La venganza es un plato que se sirve frío.

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  2. Sobre todo si te han dejado vía whatsapp...

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  3. Ou!!! un motivo más para no tener Internet en el movil.

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  4. Maribel de toda la vida!29 de julio de 2011, 2:03

    Qué fuerte! Lo del whatasapp y el último coito. A los tíos lo de dejar una relación no se os puede dar peor. Cobardes.

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