jueves, 6 de septiembre de 2012

Papá, ¿por qué no te callas?

La primera vez pudo tener su gracia, pero la segunda es totalmente innecesaria. O el padre de Radamel Falcao se ha venido radicalmente arriba o algo está pasando de verdad. No es normal que durante el mercado estival se hable más de Diego Ribas que del ‘Tigre’ y que, de repente, en septiembre se desate la locura mediática. De todas formas, insisto. No entiendo a cuento de qué el señor éste responde al teléfono una y otra vez. Que el futbolista es su hijo, oiga.



Bueno, la verdad es que viendo el entorno familiar del colombiano hay que reconocer que bien, lo que se dice bien, no están. Su esposa, la argentina Lorelei Tarón aparece en pantalla en cada final que juega el atacante ataviada con camisetas con mensajes cercanos al extremismo religioso. Ella y unos cuantos más. Son miembros de la iglesia evangélica (se conocieron allí), así que no creen en la Virgen e idolatran hasta límites difícilmente imaginables a Jesús. Telita.

Hay que ser muy precavido con respecto al entorno familiar y a la parienta. Todo lo que puede traer esta peculiar relación son problemas. Puede que tengamos una familia ‘rarita’, como la de Falcao y no nos apetece que la conozca todavía. La pobre chica tiene bastante con aguantar nuestras locuras diariamente.

Sin embargo, casi resulta peor que se lleven bien. Como de costumbre, el proceso es rápido pero casi no nos damos cuenta. Ella empieza a llevarse sospechosamente bien con nuestra madre, pasan ratos divertidos a nuestra costa. Puede estar en el salón conversando con ellos mientras nosotros estamos en nuestra habitación trabajando. Incluso mantienen conversaciones telefónicas a nuestras espaldas.



El rollo ‘Happy family ‘ quema mucho, pero sin duda el mayor peligro viene cuando nos hartemos de la susodicha (no podemos divorciarnos de nuestra familia). Y es que, además de todas las explicaciones que tendremos que darle a ella, también vendrá un sinfín de justificaciones para ellos. “Seguro que lo arregláis, esto no es nada” o la más clásica “Es que me da pena, era tan maja, llámala aunque sea y me la pasas”.

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