domingo, 21 de octubre de 2012

¿Ángeles o demonios?

Es el sino del portero. El todo o nada, el blanco o negro, héroe o villano en décimas de segundos. Iker Casillas y Víctor Valdés han sufrido este síndrome desde hace años. El de Móstoles recuerda con un dramatismo propio del film ‘Lo Imposible’ su etapa como suplente. Un chaval imberbe chupando banquillo en uno de los mejores clubes del mundo. Qué tragedia. Por su parte, el arquero culé ha afirmado en varias ocasiones que no disfruta jugando al fútbol, que incluso estuvo a punto de dejarlo en el pasado, donde tuvo que recurrir a la ayuda psicológica y al apoyo familiar.



Los dos están de capa caída. Sí, sus equipos siguen ganando (el Barça más que el Madrid), pero ellos no deslumbran como antaño. En los grandes equipos, la figura del portero está aún más observada que en los pequeños: el contrario llega menos y la afición exige más. Y eso termina presionando. Casillas hacía milagros y Valdés dejaba su puerta a cero uno de cada dos partidos. Ambos han situado el listón muy alto. El debate, en todo caso, no afectará a su titularidad. Los suplentes tienen un nivel notablemente inferior. Su puesto no corre peligro, aunque su imagen sí.

En el otro extremo están los Aranzubia, Roberto o Andrés Fernández. Sus equipos son más humildes: en este caso los contrarios llegan muchísimo y la afición valora cada parada. Lo bueno aquí es que las goleadas encajadas se olvidan rápido, sobre todo cuando llega un buen día. Y siempre termina llegando. Es cuestión de estadística. Si te llegan cincuenta veces por partido, habrá uno en el que lo saques todo.

Esta es la mayor diferencia en la que debemos fijarnos en una relación. Cuando nos referimos a un romance idílico, sin gritos, discusiones ni problemas, en ese momento nos convertimos en Iker o Valdés. Cualquier paso en falso nos puede llevar a la ruina, así que tendremos que mantenernos en plena forma, estar preparados para todo, calientes sin un entrenamiento previo.



Por el contrario, cuando estamos inmersos en una relación en la que la brea es tan habitual como el sexo, tenemos mucho ganado. Si nos llamamos de todo por sacar al perro, la situación no cambiará tanto cuando la discusión gire en torno a un tema más delicado. Tenemos más margen de error y a la vez más posibilidades de lucirnos. Si nos caen cinco no se derrumba el mundo. Qué raro e injusto es esto de estar entre los tres palos.

1 comentario:

  1. Como portero, siempre fuiste angel salvatore, el gato Felipe.

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