viernes, 25 de noviembre de 2011

El clavo ardiendo

Ya no saben a qué agarrarse. La noticia del retorno de Mecano después de 13 años ha supuesto una inyección de moral para todos los españoles. Un grupo musical atemporal, con el que todas las generaciones tienen algún tipo de vínculo. Pero si hay algún sector de la sociedad que lo ha celebrado con más énfasis, ése es sin duda el colchonero. Si desde el propio club se da un mensaje negativo, de pesimismo, de cierta dejadez ante la adversidad, la afición se ve obligada, de modo irrefrenable, a inventar señales de mejoría. La estadística es, cada año más, una pesada losa sobre los aficionados del equipo rojiblanco, que buscan impacientes una palabra de consuelo entre los suyos. No la han encontrado en esta ocasión. Hasta hombres que trabajan dentro del club, como es el caso de Alfredo Santaelena (entrenador del Atlético C), han denunciado públicamente la falta de sangre mostrada ante los medios. No está claro si la consigna es jugar al despiste, pero todo hace indicar que no. Que se hará lo que se pueda. Que mejor no arriesgar con Falcao. Que ésa no es nuestra Liga.

Por todo ello, los maltrechos seguidores rojiblancos prefieren evadirse de la realidad y buscar refugio en las posibles artimañas del destino. Si Ana Torroja, José Cano y Nacho Cano vuelven a unirse después de tanto tiempo, el Atlético también puede vencer en el Bernabéu. A estos límites hemos llegado.

Y lo peor no es que se vaya a repetir la misma historia de siempre. Lo peor no es que el Atlético de Madrid se vaya con una derrota del Bernabéu y que esté cada vez más lejos de los puestos de Champions. Lo peor, no es, ni siquiera, que el eterno rival pase por encima de este duelo y mire con condescendencia a su frágil vecino. Lo que de verdad duele en la ribera del Manzanares es la sensación de que nadie tiene la intención de corregir semejante despropósito. Que por mucho que los míticos jugadores que salían sin complejos en Chamartín se tiren de los pelos cada vez que llega un derbi, que por mucho que la diferencia de presupuestos entre uno y otro sigan evidenciando el poco respeto que ya infunden las rayas rojas y blancas, que por mucho que los colegiados sigan errando una y otra vez con la tranquilidad de quien se sabe impune, que por mucho que se escriba, se diga, se arengue, se grite o se teorice, no servirá de nada. Todo seguirá igual. Eso es lo que realmente angustia a los aficionados rojiblancos. Eso y nada más que eso.



Mientras tanto, muchos seguirán encomendándose a los astros y esperando divinas artimañas del destino. Como cuando ella ya no llama y se buscan excusas para no ver la realidad. Estará liada, estará jugando a la eterna guerra de poderes y tarde o temprano claudicará, el tío con el que va de la mano será el amigo gay del que tantas veces me habló. Sí, seguro.

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