viernes, 4 de noviembre de 2011

De reconciliaciones y demás

La tranquilidad no es un estado que habitualmente se instale en el Vicente Calderón. Es más, en esta temporada la angustia y la ansiedad han comenzado antes incluso de lo esperado. Tras las primeras tormentas de la afición hacia el banquillo y en menor medida hacia el palco, la madre naturaleza trajo la tormenta natural al Calderón en la primera reconciliación de este curso. Y es que el Atlético es raro hasta para hacer las paces.

Ayer, en el posiblemente mejor partido de la temporada, tan sólo unos 10000 espectadores tuvieron la oportunidad de vivirlo ‘in situ’. Adrián López se sigue mostrando como una de las mejores alternativas. Ante el Udinese firmó dos tantos, y participó en el tercero, después de la mejor triangulación que se ha visto en la Ribera del Manzanares en años. Su función se hace cada día más importante en el equipo por todo lo que hace con el balón, pero más si cabe cuando no tiene el esférico: visión de juego y desmarques que hacen muy difícil a las defensas contrarias paliar el daño que les hace el siete. En definitiva, Adrián, con la inestimable ayuda de Diego y Falcao, fue el que dio el primer paso para firmar la reconciliación con la grada. Extraña a todas luces, como cuando uno de los dos amantes da un paso hacia el otro costado de la cama, buscando el cómplice roce de su pareja. Adrián, hombre parco en palabras, entiende el fútbol así, juega sin importarle el más allá.

La reconciliación es uno de los grandes placeres que nos brinda la vida en las relaciones de pareja. Más aún cuando la gresca ha sido de considerables dimensiones. Discutir es un arte y eso nadie lo va a negar pero el camino hacia el perdón también requiere de habilidades especiales.

Para que una pareja mantenga el equilibrio necesario para continuar en la senda correcta, el peso del perdón ha de repartirse de manera equitativa. La personalidades más fuertes suelen hacerlo a su singular manera. Quizás un mero mensaje o una llamada como si nada hubiera ocurrido ponen el fin a las discrepancias.

Las primeras reconciliaciones suelen ser apoteósicas, los enamorados se dejan llevar por la fuerza de la pasión de los primeros días. Nada es equiparable al sexo reconciliador. Ambas partes guardan aún algo de rencor, y lo utilizan en las tareas carnales. En esos momentos es cuando la burbuja entre ambos se hace una realidad. No importa el mañana.

A su manera, Adrián ha sido el mediador entre grada y afición (siempre se salvan los de arriba). Gregorio Manzano ha tenido una estricta política de rotaciones y el futbolista la ha sufrido en sus carnes. Él ha dado el primer paso y el guante ha de ser recogido por el técnico. De momento, la ciclotimia ha vuelto a salir a la palestra en el Calderón. Ahora toca euforia y los amantes duermen plácidamente abrazados. Veremos lo que pasa en Getafe.

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