martes, 6 de diciembre de 2011

El nueve puro (o la ausencia de la Justicia Poética)

El Rayo Vallecano volvió a dejar grandes sensaciones en el Vicente Calderón. El planteamiento de Sandoval, alabado por todo el mundo del fútbol, es valiente y atrevido en cualquier feudo y ante cualquier rival. Piti, Michu o Lass son algunas de las relevaciones de la Liga, pero en muchas ocasiones al equipo obrero por antonomasia del fútbol madrileño no le basta con ello. En el Calderón pagó de nuevo su falta de puntería, las dificultades a la hora de definir. Muchos echan en falta un nueve puro en el ataque franjirrojo.



Al Atlético le fue suficiente con tres fogonazos aislados. Es lo mínimo que se le puede pedir a un plantel que cuenta entre sus filas con jugadores como Diego, Arda Turán o Falcao. También está José Antonio Reyes, al que la afición le ha encumbrado de una manera que se antoja un tanto excesiva. Da la sensación que la afición ha elegido al de Utrera como una especie de símbolo ‘anti Manzano’. El jienense vio las orejas al lobo y le puso de inicio ante el Rayo. Es curioso, la afición, con mayor o menor razón, da su veredicto en cada partido: “Reyes sí, Manzano no” y la directiva podría estar en proceso de vender al andaluz. This is Atlético, amigos, aunque eso es otra historia.

A lo que íbamos. El Rayo, como muchos otros equipos de la zona medio baja de la Liga española, paga con creces sus errores de cara a la portería. En esto del fútbol lo que siguen contando son los goles y la justicia poética queda relegada a un segundo plano. Es cruel, pero es real.

Ahora que se acerca la Navidad y como bien recuerda Pandora, las reuniones sociales se repiten con mucha asiduidad, la definición se antoja como vía fundamental para terminar o empezar el año con buen pie. Muchos se pierden en largas conversaciones nocturnas que surten un efecto contraproducente en la víctima elegida, que cae en un estado de vahído, en el que la reanimación es una utopía.

Son jugadores que gustan de florituras, arrogantes en ocasiones, dicharacheros y grandes oradores, pero faltos del toque final que tanta importancia cobra cuando hablamos de mujeres. Muchos os habréis indignado con las típicas injusticias nocturnas: lleváis una hora hablando con vuestra damisela preferida y cuando la vejiga pide a gritos una visita al baño, la situación ha cambiado. El definidor ha hecho aparición y de nada vale que os sepáis las tramas familiares de la chica en cuestión, el primer disco que se compró o toda su trayectoria sentimental. Sin excesivo trabajo, el enemigo ya le ha robado un beso. Eso os deja en una situación delicada. Habiendo perdido de vista a vuestros compañeros, con la noche ya casi acabada y visualizando el fracaso en primer plano. El fútbol, como la vida, como la noche, como todo lo que de verdad nos interesa, no entiende de justicia poética ni de buenas intenciones. Y es una lástima.

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