viernes, 9 de diciembre de 2011

Fallos de comunicación (o las cagadas nocturnas)

Mensajes encriptados. Misivas ambiguas. Frases complejas que encierran una sinceridad desgarradora. Complejas tramas que esconden obviedades. Interpretaciones erróneas. Tendencia al maniqueísmo. Silencios incómodos. Retahílas interminables para explicar evidencias. Dificultad, al fin y al cabo, para que la comunicación entre emisor y receptor sea fluida. Sin embargo, precisamente esa capacidad de esconder con cierta celosía algunos secretos ejerce, habitualmente, de extraña fuerza de atracción. Para entendernos, las cagadas que a menudo cometemos con un teclado como principal arma ejecutora.

Fran Sol, futbolista del tercer filial del Real Madrid, dejó entrever en su twitter que gran parte de la cantera estaba enojada por el trato de supuesto favoritismo que recibió Pedro Mendes, al ir convocado con el primer equipo e incluso disputar unos minutos en Ámsterdam. Después Fran, quién sabe si presa del pánico, intentó arreglar el desaguisado comentando que un buen amigo suyo había hecho un mal uso de su teléfono móvil. El susodicho responde al nombre de Ismael, que fue trendingtopic durante unas horas del jueves.

Fran Sol se vio devorado por la presión y llegó al extremo de explicar que estaba en el proceso de dar las pertinentes indicaciones a Ismael para que se hiciera una cuenta su propia cuenta y explicase la verdad. Si esto encierra un verdadero desencanto de la cantera no lo sabemos, aunque lo podemos sospechar. Las formas, como de costumbre, no fueron las correctas. Ya pasó con Domínguez después del derbi, que dejó un incendiario mensaje insinuando que el Madrid se veía favorecido por los árbitros. O Jorge Pulido, otro canterano rojiblanco que emulando al Granero más filósofo, lanzó un dardo a Manzano, afirmando que se aburría si el cuento siempre tenía el mismo desenlace.

Este tema merece un capítulo aparte cuando hablamos del plano afectivo, sexual o de ambas cosas.. Tan habituales como destructivos son los mensajes enviados a horas intempestivas. El alcohol nos hace sentir una euforia que en demasiadas ocasiones esconde la mayor de las nostalgias. Sí, de acuerdo, muchas veces sólo queremos echar un polvo antes de regresar cabizbajos a casa, pero ellas no tienen por qué saber de nuestras intenciones.

Cuando pulsamos la tecla de envío, ya no hay marcha atrás. Debemos afrontar la realidad. La peor respuesta, sin duda, es la ausencia de la misma. Eso sólo contribuirá a turbar nuestra mente con imágenes poco placenteras, que por desgracia, muchas veces se corresponden a la realidad. Quizás esté dormida o tal vez no lo haya visto. Esto supone un efímero alivio a nuestra ansiedad porque la mañana siempre llega. La realidad se asoma como un gigante de dimensiones insospechadas. Es el momento de dar explicaciones. Y a diferencia de los personajes que pueblan el fútbol nacional, nosotros no tenemos a un Karanka o a un Ismael que nos sirva de escudo.

P.D: Me dicen que ‘La Boite del Pintor’ vuelve a estar a tope. Menos vejestorios, más opciones. Habrá que comprobarlo.

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