lunes, 5 de noviembre de 2012

Derecho al pataleo

Lo de los árbitros con los entrenadores está dejando de tener gracia. Una cosa es no permitir que se te suban a las barbas (al más puro estilo Mou) y otra muy distinta realizar un evidente abuso de autoridad. Cómo será la cosa que hasta el ‘Cholo’ se encendió por la expulsión de Pellegrino. Es más, hemos llegado a un límite tal que el propio Pellegrino sacó su mal carácter. Si Lotina estuviera entrenando, hasta él correría peligro de acabar el partido en la caseta.



Los protagonistas del juego son los futbolistas. Hasta ahí, de acuerdo. Partiendo de esa premisa, la incidencia de un entrenador en un partido no es tan grande. Ellos hacen las permutas y también dan indicaciones a sus pupilos, que para su desgracia en muchas ocasiones caen en saco roto. Las quejas, gritos y demás no tienen consecuencias directas dentro del verde. Es más un derecho al pataleo que considero totalmente lícito. Que lancen botellas en su banquillo, que griten cuando el árbitro no ve un penalti y que se a celebrar un gol en el último minuto como si fueran el mismo Cavani (experto en celebraciones). Joder, que ellos entrenan cada día y no pueden siquiera tocar el esférico. Dejémosles un mínimo margen de protesta y de desahogo.

Es como si ellas no nos permitieran sacar toda la mierda y el rencor que llevamos dentro en situaciones cotidianas en las que nada podemos hacer. Si su ex es un pesado, nos conformamos con ponerle de analfabeto para arriba cada vez que la llame. No es una bronca a ella, es un desahogo personal necesario. Después, polvito de rigor y todos tan contentos. Si en el fondo somos muy fáciles de contentar…

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